A ese campo de fuerza
que se acepta a regañadientes
porque no hay otra opción.
A quien corta la evolución
por miedo al cambio,
a quien se muere si le hablas
de jóvenes y de drogas,
a quien parece no pensar
en nada más que en tu salud.
que se acepta a regañadientes
porque no hay otra opción.
A quien corta la evolución
por miedo al cambio,
a quien se muere si le hablas
de jóvenes y de drogas,
a quien parece no pensar
en nada más que en tu salud.
A esa voz en la
inconsciencia
que repite con empeño
que te abrigues, que
comas bien.
A la que, por hacer
el bien
te ha llenado de
remordimientos.
A la que quisiera
incitar
a salir de la vida
marchita
de contemplar prensa
rosa,
a quien, como a ti,
la ayuda afecta
inversamente.
A la que cree que no
le quieres
si le llevas la
contraria,
a quien podrías matar
usando sólo la
palabra
a quien acaba
aceptando,
que no comprendiendo,
todo lo que hago.
A quien le brota la
sonrisa
un mes entero, con
que digas:
¡Qué guapa estas
mamá!
A quien me arropaba
de pequeño,
a mi amiga y mi
cabreo,
a mi madre, porque la
quiero.
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